Sumida en una profunda crisis económica y con la inflación por las nubes -es la principal preocupación de los ciudadanos tras alcanzar en octubre un inédito valor interanual del 142,7 por ciento-, Argentina se enfrenta este domingo a unas elecciones presidenciales clave, tal vez las más polarizadas de la historia reciente, con dos candidatos en las antípodas ideológicas y unos sondeos tan sumamente ajustados que son incapaces de decantarse por un ganador seguro.
Y es que las encuestas han fallado en las dos últimas citas con las urnas, tanto en las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) de agosto -en las que sorpresivamente se impuso el ultraderechista Javier Milei (de La Libertad Avanza) siendo el favorito el peronista y ministro de Economía, Sergio Massa (Unión por la Patria )-, como en la primera vuelta del pasado 22 de octubre -en la que Massa dio un vuelco y acabó primero por delante de Milei, ganador según todos los sondeos-. Es por eso que ahora que las proyecciones no son de fiar. Y menos teniendo en cuenta que en las últimas cuatro publicadas, un candidato gana en dos de ellas y el otro vence en las restantes.
En esta ocasión, será vital la participación. En la cita de octubre, se registró una de las cifras más bajas de los últimos 40 años -un 77 por ciento- y un ascenso podría decantar la balanza de un lado u otro. En esos comicios, Massa se impuso con un 36 por ciento de los votos a un Milei que obtuvo el 30. Pero, en esta ocasión, el ultraderechista cuenta con el apoyo de la tercera en discordia, la conservadora Patricia Bullrich, quien pidió el respaldo de sus seguidores al extremista con el ánimo de acabar con el kirchnerismo. «Cuando la patria está en peligro, todo está permitido», sostuvo.
Curiosamente, el titular de Economía también quiere apartarse de esa corriente encabezada por una Cristina Fernández que abandonará definitivamente la vida política y de la que ha renegado en todo momento, convirtiéndose en un disidente dentro del peronismo para tratar de abarcar a más sectores de la población, principalmente a la izquierda y a la derecha más moderadas.
Con el lastre de ser el responsable del ramo y no haber podido controlar el alza imparable de la inflación, Massa se presenta ahora como el único candidato capaz de hacer frente a esa crisis financiera y, de hecho, llega avalado por la banca, que pide el voto para él.
Antagonistas
Lo cierto es que los argentinos tendrán que elegir entre dos posiciones totalmente diferentes, ya que ambos están en las antípodas en lo que se refiere a la filosofía que profesan.
El candidato oficialista, como todo peronista, es un pragmático en términos políticos y económicos, pero creyente de la necesidad de un «Estado presente» que regule y garantice lo que el mercado no hace por sí solo. Su rival es un economista libertario que se define como «anarquista de mercado» o «anarcocapitalista» y sueña con una sociedad capitalista sin Estado.
Mientras el programa financiero de Massa apuesta por un aumento de las exportaciones y trabajar para crear dos millones de empleos, el de su oponente busca eliminar los subsidios, acabar con el Banco Central y la dolarización de la economía.
En materia exterior, mientras el líder de Unión por la Patria apuesta por mejorar las relaciones con países cercanos, Milei se quiere volcar en acercarse a Estados Unidos, Israel y «el mundo libre».
Y, si bien ambos apuestan por el cambio, cada uno lo hace de distinta manera. El ultraderechista se ha puesto como objetivo «vencer al kirchnerismo», asegurando que los ciudadanos deberán elegir entre «la plaga inflacionaria» o que el país vuelva a ser una «potencia mundial» y recordando que «una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre», recordando los numerosos casos de corrupción vividos durante las últimas etapas del peronismo. Consciente de ese peso que arrastra por pertenecer a un Gobierno kirchnerista, Massa ofreció «poner en manos de la oposición la oficina anticorrupción» para que controle al Ejecutivo y «a la mitad de la oposición en el Banco Central a controlar el cuidado» de la moneda nacional. Y, de hecho, se abrió a formar un Gabinete con miembros de otros partidos que luchará por «la ética, la integridad y la transparencia».
Sin dar muchas pistas en su último debate, el pasado 12 de noviembre, los candidatos se centraron más en mostrar las debilidades de su rival que en presentar propuestas para captar al casi 5 por ciento de indecisos, determinantes para el resultado final ante unos sondeos tan sumamente igualados.
En los que se han considerado los comicios más importantes del último siglo, muchos ven en el oficialista el mal menor de los dos contendientes, pero muchos otros consideran que Milei puede dar el vuelco necesario que necesita el país para cambiar de rumbo. Y eso es lo que decidirán los argentinos este domingo.