Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Volver a las andadas

09/09/2024

He ahí una expresión bien gráfica. Quizá no refleja exactamente lo que quiero decir, pero se le acerca. Lo que quiero decir es que se acabó el impasse veraniego y que ha llegado el momento de reencontrarnos en esta esquina, semana a semana. ¿Eso es volver a las andadas? Si advertimos en que esta expresión tan popular se utiliza para poner énfasis en que alguien, que hizo mal algo, ha vuelto a reiterarlo, reincidiendo en su reprobable conducta, habría que discutir su correcta aplicación. Ahí lo dejo.
El caso es que llegó ese momento que decía, y lo primero que se me viene a la cabeza es que este fue un verano inusualmente intenso, lleno de acontecimientos de toda índole, que anticipan un otoño disputado y agitado, y que su devenir dará ocasiones frecuentes de comentar los asuntos de manera más concreta y detallada. De todo lo que ha estado de actualidad hay algunos temas que requerirán atención especial, a mi entender; son, y van a seguir siendo, por un lado, el fenómeno de la emigración y sus secuelas, a menudo trágicas, y la violencia de género, que va alcanzando en el año en curso cotas estadísticas inauditas, con episodios casi a diario. Lo es también el complejo asunto de la financiación autonómica, asentado ya en la polémica, tras el acuerdo catalán, que, por mucha singularidad que se le atribuya, se parece a un concierto económico bilateral como una gota de agua se parece a otra. Lo serán asuntos lejanos y cercanos, próximos y remotos, viejos y nuevos, que transitan por juzgados y tribunales, dejando a su paso evidentes señales de codicia, de imprudencia y de osadía. Y lo está siendo el reciente nombramiento de un ministro como Gobernador del Banco de España, en un salto sin solución de continuidad de un sitio a otro; como llueve sobre mojado en este tipo de nombramientos, y es probable que la incidencia del asunto se reducirá según pasa el tiempo, dejo dicho que me parece absolutamente inconveniente que instituciones que tienen una relevante función de contrapeso para el sano equilibrio del control democrático sean tratadas con tan poca consideración, más allá de la cualificación del designado, que no ofrece duda alguna.
Así que al loro, que el tren viene a rebosar.