Hay quien la ha llegado a calificar como «el infierno en la tierra» cuando lograron escapar de allí. Y no es para menos. La situación en Gaza es desesperante y la muerte ronda por cada esquina. También la destrucción -más del 90 por ciento de las edificaciones del enclave han sido dañadas o destruidas por la ofensiva israelí- y la incertidumbre sobre qué futuro espera a los palestinos que viven allí es desesperante. Los violentos bombardeos van a más y cada vez dejan más terror y se cobran más vidas. Y, por eso, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha concluido hace unos días que la Franja se ha convertido, actualmente, en el «lugar más peligroso del mundo para ser niño o niña».
Según señaló el portavoz de dicho organismo, James Elder, la «brutal realidad» de la población civil en esa asediada zona «se consolida» a medida que avanza el conflicto. De este modo, incidió en que el hospital Al Nasser, en la meridional Jan Yunis, ha sido bombardeado en numerosas ocasiones y agregó que dicho centro «no solo alberga un gran número de menores que habían resultado heridos en ataques contra sus viviendas, sino también a cientos de mujeres y niños que buscaban seguridad».
«¿Dónde van a ir los niños y sus familias? No están seguros en los hospitales. No están seguros en los refugios. Y, desde luego, no están seguros en las llamadas zonas seguras», insistió, antes de explicar que dichas áreas carecen de garantías de seguridad dado que son establecidas de forma «unilateral» por las fuerzas israelíes.
En este sentido, recalcó que la ONU ya hizo esta reflexión hace aproximadamente un mes: «Estas zonas no pueden ser seguras o humanitarias si se declaran unilateralmente». «Bajo el Derecho Internacional Humanitario, el lugar al que se evacúa a la gente debe tener suficientes recursos para sobrevivir: instalaciones médicas, alimentos y agua», reivindicó.
Asimismo, matizó que estas áreas solo son seguras «cuando están libres de bombardeos y se cumplen estas condiciones», algo que no está ocurriendo en Gaza: «Bajo el actual asedio, es imposible que cuenten con suministros adecuados».
Elder manifestó también que estas zonas son «pequeñas parcelas de tierra estéril, esquinas de calles o edificios a medio construir, sin agua, sin instalaciones, sin refugio contra el frío y la lluvia. Y sin saneamiento, algo de vital importancia».
Zonas de enfermedad
Datos de la ONU apuntan a que actualmente hay en Gaza una media de un retrete por cada 700 niños. «Reubicar a familias en lugares donde no hay retretes es obligar a decenas de miles de personas a recurrir a cubos o a la defecación al aire libre», alerta, antes de sostener que «sin agua, saneamiento o refugio, estos lugares son zonas de enfermedad». «Los casos de diarrea entre los niños superan los 100.000. Los de enfermedades respiratorias agudas entre los adultos están por encima de los 150.000. Ambas cifras serán muy inferiores a la lamentable realidad. Con la desnutrición aumentando entre los pequeños de Gaza, las enfermedades diarreicas se convierten en mortales», afirma.
Unicef apunta, además, que «en este escenario, las muertes infantiles debidas a enfermedades podrían sobrepasar a las víctimas de bombardeos», algo de lo que «los padres son dolorosamente conscientes». «Los hospitales no son una opción para sus hijos enfermos porque son objetivo de ataques y porque están saturados con niños y ciudadanos con espantosas heridas de guerra», declara antes de subrayar que «la distribución de ayuda es una cuestión de vida o muerte para los niños de Gaza».
«No se están cumpliendo las condiciones para proporcionar esa ayuda. Un alto el fuego humanitario inmediato y duradero es la única manera de acabar con las muertes infantiles causadas por enfermedades; es también la única manera de garantizar la distribución urgente de la ayuda vital que se necesita desesperadamente», zanja Naciones Unidas.