Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Anatomía de una caída

05/07/2024

Hay un momento donde uno debe saber cuándo irse. Las naciones libres tienen resortes para facilitar dicha salida, lo cual facilita la combinación de libertad y prosperidad. Se puede alcanzar la primera sin tener la segunda, pero es imposible consolidar la segunda sin proteger la primera.

Esta paradoja histórica no ha impedido que muchos dictadores hubiesen argumentado que sus naciones no eran lo suficientemente ricas como para permitirse tamaño lujo. Las élites políticas occidentales empiezan a ver cada vez con más simpatía dicho argumento.

No hay que ser muy listo para ser consciente que un ciudadano normal no domina todas las materias, pero no podemos negar que eso es extrapolable a cualquier parlamentario. No existe un individuo que sepa de todo, pero sí tiene derecho a que se le consulte su opinión al respecto; algunos dirán criterio.

Los dictadores, concepto cada vez más ambiguo, son maestros en imponer una dirección. Desde su punto de vista, históricamente cierto, lo importante no es tener razón sino la capacidad para imponer tus deseos. Si me apuran, son hasta conscientes que es deseable para su prestigio el confirmar la elección de incompetentes en sus cargos o la imposición de medidas lesivas para el colectivo. En cualquier sociedad hay una minoría que se beneficia y prospera independientemente de la política que se aplica; un autócrata solo tiene que saber cuidarles, ya que defenderán con ardor sus intereses y los mimetizarán con su líder. En la intimidad le despreciarán, pero la obediencia es algo que han interiorizado hace tiempo; a veces, lo confundirán con lealtad o disciplina.

Hay dos rasgos que les definen: no les gusta perder y carecen de sentido del humor hacia su persona. Si poseen ambos elementos tenemos un candidato potencial a la condición de autócrata. Tampoco creamos esa estupidez de que la raza contribuye a un sistema político abierto y enriquecedor, ya que son siempre las ideas.

Hace años que el partido republicano debería haber sido lo suficientemente ágil para impedir que Donald Trump participara en las primarias. Tras el incidente del Capitolio, debería estar fuera de la arena política. El partido demócrata debería haber encontrado un reemplazo que no fuera un abuelo senil con un fondo de armario amplio.

Estados Unidos ha sido la nación más próspera al defender la libertad y responsabilidad individual, incluso a costa de terceros. Ambos sujetos son vivos ejemplos de lo contrario. Otro país donde sus instituciones no cumplen su cometido.