¿Cómo empezar 2024 de la peor manera? Pues inaugurando las primeras horas del año con una manifestación ante la sede del PSOE de Ferraz, una algarada en la que simbólicamente, y con una piñata en la que supuestamente se quería mostrar a Pedro Sánchez, la emprendieron a palos con la efigie del presidente del Gobierno, al que también se simulaba ahorcar, todo ello en medio de un lenguaje cargado de exaltación y, sin duda, de odio. Unas decenas de descerebrados que lo que hacen es fortalecer a un Sánchez que apenas tendría como enemigos palpables a energúmenos más o menos conectados con la ultraderecha y quizá con sus organizaciones. Y aquí todos tenemos que darnos algunos golpes de pecho en un 'mea culpa', porque los 'manifestantes', en número ridículo, han logrado copar las páginas de muchos diarios y los comentarios de no pocos tertulianos, entre los que supongo que ahora debería incluirme.
Inútil insistir en la condena masiva a estas acciones. Pero debo incluir en mi particular reproche a quienes, desde el partido que apoya al Gobierno, han tratado de extender la condena a quienes nada tienen que ver con esos escraches salvajes e incivilizados, o sea, al PP. Pienso que el portavoz parlamentario socialista, un hombre con bastantes méritos políticos a sus espaldas como Patxi López, de ninguna manera debería haber aprovechado las horas de vacío de declaraciones para decir cosas como "¿hasta cuándo va el PP a minimizar estas acciones?", frase también destacada en titulares por los más 'cafeteros', usted me entiende. De la misma manera que debo decir que el líder de Vox, partido al que se quiere conectar con las manifestaciones en Ferraz, ha perdido una oportunidad de oro para unir su voz a las de quienes pedimos el final de estas acciones tan perjudiciales a la democracia española.
En suma, creo que nuestra andadura por el nuevo año ha comenzado con la expresión de la peor España, la que huye de la moderación. Una expresión afortunadamente muy minoritaria, pero que conecta con los que, desde las redes sociales -y desde algunos micrófonos--, piden, incluso de buena fe, el encarcelamiento de quienes organizaron esta manifestación de Nochevieja y de los que aparecen en las imágenes 'apaleando' la piñata que representaba a Pedro Sánchez. Pienso que nuestro país habría de apartarse de excesos 'judicializadores', y de afanes sancionadores contra quienes queman banderas, efigies de personajes políticos o institucionales o contra raperos que atentan contra el buen gusto y, a veces, contra la convivencia pacífica. Allá ellos; pero que mis impuestos no paguen su estancia en prisión.
No, la cárcel es cosa muy seria como para meter en ella a todos los descerebrados que pululan por ahí. Lo digo por la llamada a declarar ante el juez, este martes, al presunto organizador de la manifestación en la noche del 31 de diciembre. No me merece la pena reflejar aquí su nombre, precisamente para no contribuir a darle ese cuarto de hora de protagonismo al que, neciamente, aspira. Ni me parece oportuno convertirle en un mártir de la libertad de expresión, o algo parecido, que es lo que reclamaría alguien como él, que cercenaría nuestras libertades si alguna vez, Dios no lo quiera, tuviese facultades para ello.
Desde luego, no hay que 'comprender' ni justificar a quienes confunden el hacer oposición a un Gobierno que les parece dañino para la nación, precisamente dañando la imagen de esa nación, que ya digo que ha aparecido en no pocas portadas extranjeras reflejada en estas horas pasadas con fotografías y vídeos del execrable 'ataque' a Sánchez. Que, claro, debe aún estar partiéndose de risa en su retiro vacacional ante la puerilidad ridícula de quienes fingían ahorcarle. Este de los energúmenos vociferantes no es el país que queremos. Pero creo que tampoco hay que poner tras los barrotes a esos energúmenos: ojalá baste con el reproche social. Sosiego y paz en 2024 es lo que merece este gran país que a veces se empeña en esconder esa grandeza mostrando lo peor que nos sucede.