La nueva jornada laboral de la que se viene hablando largo tiempo parece que está cada vez más cerca, si se cumplen los pronósticos de la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien podría tener ya los apoyos parlamentarios necesarios para aprobar la nueva medida. Pero, ojo, antes de su llegada al Congreso de los Diputados, exige un pacto entre el Ejecutivo y los agentes sociales (patronal y sindicatos) para aceptar la reducción de 40 a 37,5 horas semanales. De esa reunión, prevista para finales de este mes de mayo, dependerá que los trabajadores puedan ver reducido su horario laboral en dos horas y media a la semana sin menoscabo alguno en sus ingresos salariales, una cuestión que en todo caso no entraría en vigor hasta 2025.
Al hilo de esto, un estudio de calado europeo ha puesto el dedo en la llaga a favor de esa medida, porque viene a defender que más horas de trabajo no es sinónimo de mayor productividad. De hecho, en los países donde más horas se trabaja (Portugal, Grecia, Bulgaria, Rumanía, Serbia, Croacia, Eslovenia y Polonia), incluso por encima de las 40 horas semanales, ninguno encabeza el ranking de la productividad. En esa misma línea, el informe advierte también que, por ejemplo, dos comunidades autónomas españolas como son Navarra y País Vasco se sitúan ahora por debajo de las 37 horas semanales y, en cambio, sus respectivos indicadores económicos superan ampliamente la media del país. Y lo mismo sucede en países europeos con acreditada solvencia económica (Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Bélgica, Austria, Suiza, Noruega, Finlandia e Irlanda), en los que trabaja unas 35 horas semanales o menos.
Dicho lo cual, habrá que colegir que, efectivamente, la productividad de un país o de un territorio no debe medirse en el volumen de horas en un puesto de trabajo, sino más bien en la eficiencia del tiempo trabajado.
Las cifras también varían entre sectores en Europa. Así, por ejemplo, entre la rama educativa y el sector primario hay más de 8 horas de diferencia. Los primeros trabajan unas 37,4 horas semanales, mientras los segundos llegan hasta las 45,7 horas. En España son también los empleados de la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca los que más horas trabajan (44,1 horas a la semana), mientras que los que menos son los de la educación (37,1 horas), lo que arroja una diferencia de 7 horas.
Sin duda, la reducción del horario laboral redundará en beneficio de la ansiada conciliación familiar y, a medio plazo, también incidirá en el crecimiento de empleo. Pero igual de cierto es que todas estas medidas deben contar con el consenso de todas las partes, donde el empresariado no puede ser un convidado de piedra. De ahí, que sea aconsejable un pacto a tres bandas sin imposiciones. Y, si es posible, al margen de debates electoralistas. No olvidemos que hay comicios europeos el 9 de junio.