Al menos 365 millones de cristianos sufren persecución y discriminación ahora mismo, en el mundo, por abrazar la causa de Cristo. Ser cristiano te puede costar la vida, en 50 países, por ser signo de contradicción. El año pasado, más de 5.000 personas, fueron asesinadas por seguir a Jesús de Nazaret. Son cifras de la Lista Mundial de la Persecución, 2024, publicada por la Organización Puertas Abiertas, que refleja un agravamiento de los riesgos de seguir hoy a Cristo en nuestro convulso mundo. Mención especial merecen los 300 cristianos, asesinados por musulmanes, la pasada Navidad, en Nigeria y de los que apenas se ha hablado. Cientos de mártires que pasan desapercibidos, cuyas muertes nadie condena y que no merecen ni un titular. Una de las conclusiones de este estudio es que, el África Subsahariana, se enfrenta a una catástrofe humanitaria debido, precisamente, a la ola de violencia religiosa allí desatada, con epicentro en Nigeria, y que se ha extendido por toda la región, dirigida contra poblaciones cristianas. La situación, en otros lugares, no es mejor: en naciones de la América hispana como Nicaragua, por ejemplo, sacerdotes, religiosos y laicos, son acosados, encarcelados y maltratados, por defender los derechos de los más desfavorecidos. Mientras esto sucede, en otros lugares de este continente, como Brasil, Colombia, El Salvador o México, miles de mujeres y hombres, comprometidos con el Evangelio, son extorsionados por guerrillas, cárteles de la droga y grupos paramilitares porque, la existencia de cristianos capaces de vivir la radicalidad y el escándalo del Evangelio, resulta incómoda. En demasiados países, cualquier cristiano que se atreva a denunciar la corrupción, o a decir lo que es como es y no como interesa a sus mandamás que sea, es señalado y puede acabar en la cárcel, o perder la vida. El sólo hecho de defender los derechos humanos o medioambientales, puede costarle muy caro. Pero ellos se la juegan, día tras día, por los marginados, los inmigrantes, los sin techo. La lista mundial de la persecución la encabeza Corea del Norte. Los cristianos, en ese país –con un régimen estalinista del que apenas sabemos nada–, son enviados a campos de concentración, donde sufren torturas o se les ejecuta directamente. Somalia, Libia, Yemen, Afganistán o Irán, son lugares donde ser cristiano es prácticamente imposible; motivo suficiente para una sentencia de muerte. En los dos últimos años, más de 11.000 mujeres y hombres, perdieron su vida por el sólo hecho de seguir a Jesús de Nazaret. Una cifra aterradora. Pero es que las cosas, en lo que a persecución cristiana se refiere, van de mal en peor. En los últimos 30 años, se ha duplicado el odio hacia los cristianos. Casi 15.000 iglesias fueron atacadas el año pasado, en todo el mundo y miles de cristianos encarcelados, secuestrados y torturados hasta la muerte. ¿Y qué hace la bella Europa ante estas crueldades, por confesar la fe cristiana? Pues continúa rumiando y mira hacia otro lado, algo que se le da muy bien.