La selección de Alemania se ha proclamado campeona del mundo de baloncesto por primera vez en su historia después de superar este domingo a Serbia (83-77) en la final del Mundial, disputada en el Mall of Asia Arena de Manila, cerrando un torneo impecable que le permite suceder a España en el palmarés.
Liderados por el base de Toronto Raptors Dennis Schröder (28) -posteriormente elegido 'MVP' del torneo- y por el alero de Orlando Magic Franz Wagner (19), el combinado dirigido por Gordie Herbert despegó en un soberbio tercer cuarto -que cerró con 12 puntos de renta- y aguantó la presión en el tramo final de los balcánicos, que llegaron a acercarse a solo dos puntos.
De esta manera, Alemania confirma el mayor éxito de su historia y su primer oro mundialista, que se suma en su palmarés al título continental logrado en el Eurobasket de 1993 y a la medalla de bronce del Mundial 2002, hasta ahora su cima en una cita planetaria. Además, se convierte en la cuarta selección europea en coronarse campeona, tras la URSS, Yugoslavia y España.
Tras apear a Estados Unidos en semifinales, el cuadro teutón se plantó en la gran final dispuesto a rematar el trabajo en la capital de Filipinas, donde le esperaban los hombres de Svetislav Pesic, también crecidos después de eliminar a la otra gran favorita, Canadá.
El base de Atlanta Hawks Bogdan Bogdanovic y el pívot de Miami Heat Nikola Jovic comandaron la iniciativa serbia en el primer cuarto del encuentro (23-26), pero Schröder y Wagner sostuvieron a Alemania para mantener la máxima igualdad al descanso (47-47).
Fue entonces, en la reanudación, cuando los de Gordie Herbert desplegaron su mejor baloncesto; un parcial de 12-0 les permitió cerrar el tercer parcial con 12 puntos de diferencia, una renta que parecía suficiente de no ser por la garra mostrada por el combinado balcánico.
El equipo de Pesic, con un excelso Aleksa Avramovic (21), redujo la distancia a solo dos puntos y noqueó por momentos a una Alemania en la que únicamente Schröder se libró de caer preso del pánico; suya fue la canasta que, a falta de 20 segundos, templaba los nervios.
El base Marko Guduric pudo cambiar el destino de los suyos en los últimos instantes, pero eligió pasar el balón y perderlo en lugar de jugarse el tiro. Alemania celebraba así su primer título mundial.