Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


Políticos espectáculo

23/09/2024

Me refiero a los que son más efectistas que pragmáticos, los que integran casi todas las artes del escenario en su estrategia y la realidad es un latido difuso que viene de ninguna parte. El pragmatismo es una voz sin sentido. Solo les interesa el impacto y la carátula, la simplicidad del escaparate, el titular que no tiene texto. Este tipo de político, que encarna Puigdemont con ácida osadía, existe en todos los partidos, y a la larga, supone la concepción de los ciudadanos como poco dados a entender complejidades, pero sí entregados como niños a las luces y los efectos especiales.
 Los de los otros partidos no llegan a la cota de falacias y excentricidades de Puigdemont (no digo payasadas porque no quiero ofender a los payasos, de digno y exigente oficio), pero hacen méritos para acercarse. No les falta pericia en fuegos artificiales, hipérboles y en ver la paja en ojo ajeno y no la viga en el propio. En un rápido vistazo a la nómina nacional en el PP, González Pons está dejando como moderado a Tellado, quien propuso mandar a la Armada contra las pateras. Las boutades o salidas de tono de Pons son tan excéntricas que hasta el propio partido ha tenido que desmentir algunas de sus ocurrencias, al igual que con Tellado. En el PSOE, Óscar Puente se lleva la palma. Lo que más rechina es que ande en esas tareas quien tanto trabajo tiene y tan importante es para el que todos los días va a su curro aliado con la incertidumbre. Debería hacer este trabajo alguien que pueda sestear en su ministerio.
En Vox y adláteres (no los nombro, no voy a entrar en el juego de darles cancha) es imposible decir un nombre porque hay una lista amplia, y en la izquierda del PSOE lo imprevisible y lo anárquico manda, así que nos llega más el silencio que otra cosa. Porque no sea todo negativo, hay que reconocer que dan alimento a las tertulias políticas. Y como uno es de ese gremio no puedo dejar de reconocerlo.
Pero el primus inter pares es Puigdemont, inmenso en lo estrambótico. Va contra la cultura española, pero encarna como nadie el esperpento que escribió Valle Inclán, o los déficit culturales de esa España profunda de la que escribía Larra. No llega a batueco porque desconoce la palabra pobreza. 
El hecho es que va a volver a ser noticia. El juez Llarena ha enviado a los juzgados de Barcelona los informes policiales sobre su fuga. Él no cometió ningún delito por fugarse, pero sí los que le ayudaron, sobre todo los agentes de los Mossos. El reguero de víctimas que deja, desde el año 2017, va aumentando. Y por fortuna el efecto básico de sus extravagancias es la pérdida paulatina de poder. Al final la gente no es tan tonta como ellos creen.