Pasan los días y ahí continua instalado el trauma que nos alcanza a todos como consecuencia de la DANA sobre el país valenciano.
Mientras tanto, en el debate público, unos y otros se enzarzan en torno a lo que se califica de antipolítica.
La antipolítica pasa en este caso por reconocer el papel solidario de toda gente y condición ante el drama que estaba provocando la maldita DANA.
Sí, mal que les pese a algunos políticos y algunos de sus palmeros, la solidaridad ciudadana ha sido, y sigue siendo, digna de encomio, porque fueron y son miles las personas que se dirigieron a los pueblos afectados a ayudar a los damnificados.
Y, por supuesto, sin el trabajo que viene desarrollando el ejército en las zonas afectadas la situación sería aún peor. Tampoco se puede obviar el trabajo de las organizaciones no gubernamentales, que estuvieron desde el primer minuto sobre el terreno intentando ayudar en los pueblos arrasados por el agua.
Lo deplorable es cómo los políticos de uno y otro signo continúan intentando sacar algún rédito de esta tragedia, echándose la culpa de la lentitud en la respuesta a la DANA asesina.
En mi opinión es difícil hacer frente a un fenómeno de la naturaleza como ha sido esa DANA enfurecida. El reproche, sobre todo de los damnificados, es que los responsables políticos no se hubieran puesto en marcha de inmediato aplicando todos los protocolos para intentar paliar, en la medida de lo posible, la magnitud del desastre.
Lo reprobable es asistir a los intentos torticeros, de unos y de otros, de evadir su cuota de responsabilidad en la lentitud en la respuesta.
Me parece que caben pocas dudas de que ambos gobiernos no fueron capaces de dar una respuesta, sin duda difícil, ante un fenómeno natural como esa maldita DANA que supero las peores previsiones.
Pero, volviendo al principio, me sorprende que sobre todo a los defensores acérrimos del Gobierno Sánchez les moleste tanto que, en algunas crónicas y artículos periodísticos, se haya destacado el papel de los ciudadanos arrimando el hombro para intentar paliar los efectos devastadores de la catástrofe provocada por el agua. Fueron, ciudadanos, de todas las ideologías, los que se pusieron en marcha desde todos los puntos de España, para llegar hasta los pueblos más afectados. Amén de la solidaridad de tantos otros ciudadanos anónimos enviando víveres y ropa.
Mal que les pese a algunos, la solidaridad ciudadana ha sido ejemplar y hay que ponerla en valor, en vez de enfangarse en discusiones sobre quien lo hizo peor, si el Gobierno Sánchez o el Gobierno Mazón.
No comprendo a quienes quieren rebajar a antipolítica la solidaridad ciudadana.