La última cumbre europea tampoco ha sido capaz de llegar a un consenso, ni siquiera de medidas mínimas, para afrontar los problemas de la inmigración. Menos mal que la Justicia italiana ha tumbado la peregrina idea de Meloni de deportar a Albania a los migrantes llegados a Italia.
El tan promocionado traslado de dieciséis inmigrantes, de los que cuatro eran menores, ha costado a las arcas italianas más que si les hubieran acogido y dado alojamiento, abrigo y comida. Porque así no se hacen las cosas, por mucho que la idea de las deportaciones esté calando en esta Europa insolidaria, donde la xenofobia y el racismo son valores al alza. Muchos de los gobiernos de extrema derecha, del norte y el este de la UE, debieron ver con extrema satisfacción como Pedro Sánchez, en la cumbre de Bruselas, se mostraba contrario a las deportaciones. Demostró ser el único que no apostaba por la vergüenza. Pero los "colegas" europeos soñaron con que así las llegadas masivas se concentrarían en las costas españolas y no les llegarían a ellos. Las leyes de acogida y asilo se hicieron para los que huían de las dictaduras y la persecución, pero ahora de lo que se huye es del hambre, de la sequía, del cambio climático, además de las guerras. Como, si no, se explica los miles de menores que viven hacinados en los centros de acogida de Canarias. ¿Que grado de desesperación y falta de futuro deben ver unos padres para meter en una barcaza a sus niños? Tampoco se entiende porque el Partido Popular, con un índice de natalidad por los suelos, sin relevo generacional para el sostenimiento de las pensiones, no acepta el reparto de estos menores a los que se les puede dar la oportunidad de formarse y encontrar empleo. Será por el color de su piel*.
En uno de los últimos cayucos llegados a Canarias viajaba una familia completa de refugiados afganos. Cabe imaginarse la odisea y el horror de la ruta que les ha hecho atravesar medio mundo para huir del régimen talibán. Resulta difícil pensar que alguien tenga la maldad y el sadismo de instar la devolución a su país.
Y como está huida de la pobreza y la muerte va a continua, lo peor que puede hacer la UE es dejar en manos de la extrema derecha la solución a un problema que puede derivar en la ruptura de la unidad política. No hay soluciones individuales. Schengen, de momento, existe y está en vigor y obliga a todos.
La Europa de los campos de concentración acabó con la caída del nazismo. No se vayan a reinventar ahora otros campos para los inmigrantes.