La política suele ser definida como el conjunto de decisiones y medidas tomadas por determinados grupos que detentan el poder, en pos de organizar una sociedad o grupo particular. La política surgió como una necesidad de los individuos de organizarse en miras a tomar decisiones, cumplir objetivos, llegar a acuerdos y facilitar la vida en sociedad resolviendo conflictos de manera democrática. El grave problema es cuando la política, que teóricamente busca el bien común, da paso a continuas acciones para perpetuar en el poder a costa de lo que sea, y la ideología y el partidismo se sobreponen a los necesarios acuerdos y al propio sentido común.
Lo vivido estos días tras el paso de la terrible DANA por el Levante, Castilla-La Mancha y Andalucía estos días ha hecho aflorar hasta límites insoportables esa polarización interesada que padecemos en la política española desde hace décadas, y que está impidiendo que se tomen buenas decisiones, un extremismo que se extiende como la pólvora entre la opinión pública, alimentado por bulos también interesados. En definitiva, es del todo comprensible que personas que han perdido familiares y amigos, casas y medios de vida y vean su futuro tragado por el barro encuentren en los políticos y representantes públicos las dianas contra las que hacer estallar su rabia y su indignación.
Un desastre natural de tal magnitud es difícil de predecir y de prevenir. No quiero ni pensar qué ocurriría en Soria y en muchos de sus pueblos si algún día viviéramos semejante intensidad de lluvias. Creo que, hasta aquí, todos podemos compartir la misma opinión. Después llegan las informaciones sobre si los sistemas de alerta fueron los idóneos y más allá, la gestión posterior al desastre, con más de doscientas personas muertas y cientos de desaparecidas y poblaciones arrasadas. Aquí entran en juego las ideologías y las decisiones que están detrás de ellas, el partidismo, el rédito político y los intereses de todo tipo. Y es lo que no se puede consentir. En mi opinión, en casos de semejante tragedia, los políticos solo tienen que hacer una cosa: dar un paso atrás y dejar a los técnicos, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, a todos los sistemas de emergencias y de intervención para que estudien con objetividad las tareas de rescate, la organización de la ayuda, de los voluntarios y de todos los efectivos humanos y materiales disponibles para actuar con celeridad y precisión. Tomar el mando de la situación no es pasearse por la zona cero paralizando los trabajos en marcha y exaltando los ánimos de gente que ya no tiene mucho que perder. Pero para ello hay que tener altura de miras y trabajar por el bien común y no por los intereses personales o de partido o, simplemente, en contra del adversario político. Esta situación provoca el caldo de cultivo idóneo para los extremismos violentos y populismos con nefastas consecuencias, que ya vivimos en medio mundo.
Y esta polarización se vive a todos los niveles institucionales. En Soria, sin ir más lejos, la 'guerra' partidista que mantienen la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Soria está perjudicando a algunos proyectos necesarios para el desarrollo de una provincia que no está, precisamente, para perder oportunidades de ningún tipo. Es agotador observar cómo no solo no pueden llegar a acuerdos por el común, sino que se ponen palos en las ruedas constantemente, con un claro perdedor: Soria, su ciudadanía y su futuro.