Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Vivienda

22/10/2024

La vivienda se ha convertido (¿o ya lo fue siempre?) en un grave problema y, ¡oh, novedad!, en uno de los grandes temas de actualidad. No pasa día sin que nos lleguen noticias de manifestaciones, protestas, reivindicaciones, estadísticas, declaraciones catastrofistas, anuncios salvadores, planes redentores y todo lo que ustedes quieran añadir. Y eso, obviamente, desde cualquier ámbito: municipal, provincial, regional, nacional y casi, casi, cósmico. Pero, claro, las viviendas, los edificios no se hacen de ahora para dentro de un rato. El proceso suele ser largo y pesado por mucho que las administraciones intenten convencernos de lo contrario; o sea, de que van a poner todos los medios para agilizar trámites, eliminar burocracias (algunas absurdas), poner dinero y meter la directa para que las casitas de marras estén listas en tiempo y forma. Podría uno decir aquello de "a buenas horas, mangas verdes", pero quedémosnos con otro clásico. "nunca es tarde si la dicha es buena". ¿Será buena en esta ocasión?, ¿será capaz, por ejemplo, la Junta de Castilla y León, de hacer en un par de años o tres lo que no ha hecho en casi cuarenta?, ¿nos creemos a pies juntillas la promesa de Mañueco de levantar no sé cuantos cientos de viviendas en el medio rural? Vistas las experiencias anteriores, tengo muchísimas dudas, pero, y volvamos a los adagios, "la esperanza es lo último que se pierde". Sin embargo, y suceda lo que suceda, el problema de la vivienda está dejando patente la diferencia entre las dos Españas: la urbana y la rural; la desarrollada y la que se despuebla. En Madrid, Valencia, Barcelona, Sevilla, Málaga, la gente se manifiesta contra la proliferación de pisos turísticos y contra la carestía de las casas; hay mucha más demanda que oferta y quien alquila pide el oro y el moro. En los pueblos, no hay personas para llenar las viviendas vacías; muchas se caen por abandono. Pero, no se preocupen: todo indica que continuará yéndose gente a las ciudades y deshabitando los pueblos. Y entonces, ¿esos cientos de viviendas en el medio rural que anunció Mañueco para quién serán? A los jubilados que vamos resistiendo nos basta con la que tenemos.