Las calles de la capital mostraban que se trababa de un día excepcional, algunos jubilados llevaban banderas de España en la mano y volvían del entorno del Parlamento; las mismas avenidas que pocos días antes surcaban miles de personas para apoyar a los palestinos en una desigual guerra. Acababa la princesa Leonor de jurar la Constitución, como heredera al trono, el día de su cumpleaños. Unos lo celebraban, algunos ministros no fueron; parte del Gobierno amenazaba a la Corona diciendo que lucharían para derrocarla. Muchos temieron que una caída de la monarquía española lleve al caos a sus territorios, incluida la secesión de catalanes y quizás también los vascos; enorme pérdida para todos. Cerca habían celebrado un par de días antes otra manifestación contra los indultos a los responsables del intento secesionista. Miles de personas protestando.
La exposición inaugurada en el Museo del Prado, poco antes de la guerra entre judíos y palestinos, trata de la visión que se tenía sobre el judaísmo en el Medioevo y en nuestro Renacimiento. Siglos de inquina persiguieron a los hebreos. No todos fueron puros y buenos, los había usureros, ricos que abusaban de los más pequeños, como abusadores hubo y hay entre cristianos o musulmanes. Después de expulsiones y matanzas sabemos cómo llegó el atroz siglo XX con sus campos de exterminio. Uno de los pueblos más destacados por sus memorables miembros en el campo de las ciencias o de la cultura. Consiguieron volver a la Tierra Prometida; desplazaron a sus antiguos habitantes, pelearon, ganaron y fueron ocupando en diferentes conflictos bélicos los territorios de sus enemigos, poblándolos con asentamientos distintos. Prosperaron, hicieron del desierto vergeles y cultivos fructíferos. Continuamente chocaban con los antiguos ocupantes, dividieron el territorio: Israel-Palestina. Hace poco, unas bombas mataron judíos, explosiones palestinas y asesinas reventaron a muchos. Explotó también la guerra, para defenderse con seguridad ante los agresores de aquellos grupos terroristas. Desde el otro lado denunciaban numerosos y variados abusos en las tierras que todavía habitan, en la franja que les dejaron como miseria, como si fuesen a echarles al mar. Invasión después de los bombardeos, miles de muertos. El planeta clama por la paz, pero allí el odio es demasiado intenso y siguen sin ponerse de acuerdo, tensando las cuerdas políticas del mundo entero.
Me fui al Teatro Real, con mi hija, a escuchar el Orlando de Haendel, basado en el relato de Roland, en la versión del Ariosto: el furioso. Arte para digerir los conflictos, bellamente representados, donde el héroe enloquece por amor después de los combates, por contemplar o hacer atrocidades. Fiesta luego con chaqué y pajarita, buen vino, amigos... Vivimos intensamente el presente mirando solo de reojo lo venidero. Demasiados temores. La princesa Leonor animó a tener confianza en el futuro de España. Sin esperanza no se invierte ni se trabaja.