Laura Álvaro

Cariátide

Laura Álvaro

Profesora


Viñas Viejas

02/03/2024

Este pasado fin de semana, el Mercado Municipal acogió el IV encuentro Viñas Viejas de Soria, organizado por la asociación homónima, que representa a 16 bodegas de la provincia, y que, como contaba a este periódico su presidente, Bertrand Sourdais, pretende «compartir unas copas de vino» con la población soriana. Todo ello con un objetivo más allá de lo puramente comercial: nace de una pasión por las condiciones vitivinícolas primigenias de nuestras tierras sorianas; y un orgullo por el producto que finalmente ha surgido de las mismas.
La historia de las viñas viejas de Soria tiene un largo recorrido histórico. Sin ser yo una experta en la materia, ni mucho menos, sí tuve la suerte de asistir a la presentación de las nuevas añadas de Bodegas Antídoto y Dominio de Es que tuvo lugar hará más o menos un año en la Galería Cortabitarte. Escuchar hablar a Bertrand Sourdais es hipnótico: el entusiasmo que transmite hacia Soria y su entorno natural, o la magia con la que cuenta cómo conoció él los viñedos prefiloxéricos, y cómo éstos fueron una razón más que suficiente para dar un nuevo rumbo a su vida, asentándose en nuestra provincia.
Las viñas viejas sorianas son una razón más para seguir creyendo en nosotros, esa fe que a veces nos falta a los locales, que pecamos en ocasiones de urbanocentristas y consideramos que aquí no se puede hacer nada de calidad. Tanto es así que nos tenemos que remitir a las últimas dos décadas para que se haya empezado a ampliar las posibilidades vitivinícolas de la provincia, enfocándose cada vez más a la producción de vinos de gran calidad. Por suerte, esta perspectiva está cambiando, y cada vez más comenzamos a valorar lo nuestro. Gracias a ello, los vinos sorianos de la Ribera del Duero están cada vez más presentes en nuestra hostelería, y son más conocidos por la ciudadanía, a la vez que la proyección internacional se ha disparado. 
Las viñas viejas son algo así como un legado intergeneracional, que han seguido produciendo vinos durante años y años gracias al buen hacer de la tradición familiar. Fueron los que son ahora los ancianos de la Ribera, los que se quedaron, los que mantuvieron sus pequeñas viñas para hacer vino casero, perdurando así la plantación primigenia hasta nuestros días. Hoy, gracias a ellos, contamos con un mosaico de parcelas de reducido tamaño, dispersas en los distintos pueblos, que suponen un patrimonio como no hay otro igual en el mundo. Son plantas, algunas de ellas, bicentenarias, testigos de la historia vitivinícola no solo de Soria ni de España, sino del mundo
Así, la asociación Viñas Viejas de Soria surgió precisamente para poner en valor y conservar esta herencia, protegiendo la identidad del viñedo viejo y tratándolo con respeto, aprehendiendo del buen hacer de los que lo habían trabajado hasta ahora. Porque, además, esta actividad genera un peso económico que, entre otras cosas, se traduce en un fuerte arraigo hacia el medio rural, gracias a los puestos de trabajo que genera y el potencial que supone que, en la actualidad, se está posicionando como una de las más interesantes del panorama internacional. El vino soriano (el tinto, pero también el blanco y el rosado) se está convirtiendo cada vez más en un motivo de orgullo para la población local que, sumado a otros productos de gran calidad (trufa, setas, etc.) y a un entorno natural único convierte a nuestra provincia en un auténtico paraíso.