Realmente nos dedicamos estos días a la Penitencia y a la Oración (con mayúsculas) para conmemorar la Pasión y Muerte de Cristo, o la Semana Santa camina ya por otros derroteros? La pregunta es retórica, pero quizás no estorbe como reflexión sobre las claves, si las hubiera, de nuestra sociedad y su futuro. Procesiones, cofradías y actos litúrgicos aparte, la crucifixión del Gólgota se asocia con vacaciones, descanso, viajes, turismo de todo tipo, gastronomía, diversión…Y tiene, cada vez más, un fuerte componente económico. Ya hablamos menos de lo cristiano, de la devoción y la piedad, que de los ingresos que dejan las celebraciones religiosas. La Semana Santa será buena, excelente, si viene mucha gente, si hoteles y casas rurales están a rebosar, si hay colas en los restaurantes, si los bares no dan abasto…Y será mala, nefasta, si deja pocos euros. Cuando autoridades y representantes de sectores ciudadanos hacen sus balances, casi nunca mencionan los aspectos religiosos. A lo mejor entienden que, como el valor en la mili, se supone, pero tal vez sea mucho suponer. Hay matices que no cuadran con lo que tenían que ser días de dolor y penitencia. Me contaba un compañero periodista, experto en las procesiones de su ciudad, que le preguntó a la presidenta de una cofradía femenina cuál era su principal problema. Y la señora no dudó: «Que ninguna quiere ir en la fila de en medio». Desfilaban de tres en fondo y, claro, a la del medio no la veían bien desde las aceras. Era lo esencial, que la vieran. A eso se le llama devoción y sentimiento profundo. No es el único caso en el que ser «alguien» durante estos días equivale a notoriedad, prestigio, reconocimiento vecinal, mando, soberbia…Todo muy lejos de aquello que Jesucristo predicó y por lo que murió en la cruz. ¿Quién se acuerda ahora de que el Jueves Santo es el día del Amor Fraterno, según me enseñaron de pequeño?, ¿aplicamos a diario ese amor al prójimo o somos cada vez más egoístas? No nos vendría mal una Semana Santa de penitencia, y también de reflexión, pero….Quizás por eso me quede con la Resurrección. Sigo confiando en ella.