Chaqueta oscura, chaleco color crema, camisa blanca (de mi esperanza) y, por supuesto, corbata. Unos pantalones vaqueros, sin rotos ni descoloridos, rematan la imagen de inminente Secretario General del PSOE de Castilla y León; Carlos Martínez Mínguez.
Anteayer me convertí en polizón en una rueda de prensa a la que no estaba convocado y me abstuve de plantear preguntas, aunque no me faltaron ganas, a la vista de las torpes cuestiones que planteó alguno de mis colegas llegados allende la raya provincial soriana. Estuve más atento a las reacciones del protagonista que a sus palabras, casi todas previsibles. Estuvo sereno y torero, en la medida en que trazó pases cortos relacionados con lo que le cuestionaban los plumillas y alargando la muleta hacia los territorios que interesaba conquistar. No cabe duda de que, los más de 25 años que Martínez lleva en la política le han convertido, no solo en un buen maestro de la torería, sino casi en un 'Manolete' de provincias'.
Observe el lector de estas líneas que hablamos de un político humilde que, sin embargo, está en su quinta legislatura municipal con las últimas cuatro arrasando a sus contrincantes y que no ha limitado su presencia al Ayuntamiento de la capital sino que se ha movido para llegar a tener un nombre y un respeto en instituciones de ámbito europeo y global pero, con todo, lo más destacado de nuestro protagonista es que, tras haber errado, reiteradamente en la elección de un bando en su partido que resultara vencedor, el soberbio presidente Sánchez, ha entendido que, en esta comunidad autónoma, nadie como él puede sustituir a Tudanca en el liderazgo regional.
Menudo moco, o 'marrón' como se dice ahora. El caso es que Carlos Martínez lo asume, asegura que, con humildad y con vocación de trabajo, y de paso nos manda algún mensaje a los sorianos, huérfanos siempre en los repartos regionales de inversiones. Salió, en la citada rueda de prensa, el éxito en las anteriores elecciones regionales de Soria ¡YA!, tres procuradores de los cinco que corresponden a nuestra provincia y remató su reflexión al respecto con que 'el localismo no llega a ninguna parte'. No digo que no tenga razón. Al fin y al cabo la aritmética dejó en la estacada a esta movilización civil que, al pasarse a la categoría de 'partido político', cosechó los  odios de los que creen que, ese, es patrimonio de los de siempre.
La razón casi nunca se asienta en argumentos irrefutables. En la aludida comparecencia faltó, aunque entiendo que se obviara, que la aparición de plataformas que 'te levantan los votos', tiene motivos. Otra cosa es que se gestionen con criterio, pero ignóralos y estarás perdido.