El verano está llegando por aquí, pero antes es tiempo de integrar el año que se marcha con sus peripecias. Trazos simples y pinceladas de color, con combustible para alimentar momentos que derramen el bien que tanta falta hace en modo Navidad, en un mundo atravesado por el dolor, la maldad -que la humanidad continúa aceptando- y la muerte, con y sin danas, desde anuncios de alcance global.
De fondo me acompañan 'Las canciones de tu vida' por una radio argentina, y cada año que pasa evidencio que es el amor lo que sostiene y da sentido al diálogo que propone el último tercio de diciembre, con su temple inoxidable. Porque el cielo cuenta mucho en estas fechas, como lo que sucedió en Belén, y en plano detalle, con creatividad incansable nos recuerda que «es por aquí» en cercanía para comprender lo esencial.
Sin asperezas de juicio ni enfados, ni entrelíneas que salen del foco en un clima de época, extraviando las nociones de esfuerzo de la cultura del mérito, y diluyendo el flujo armónico de la vida, para poder poner play a lo que nos saque una sonrisa.
Será una semana cumbre hacia la Nochevieja, con copillos y mañanas fresquitas por allí y el entusiasmo veraniego con las vacaciones a la vista por aquí. Vamos dejando atrás un gran repaso para despegar con una hoja de ruta en calma y a su tiempo (algo que la impaciencia humana no siempre alcanza a discernir) en la escala del día a día.
De momento y por el placer de leer tomo de una biblioteca amigable 'Sobre lo espiritual en el arte', y voy moldeando la llegada de los Reyes Magos con una peli que habilita la lectura del plenilunio para expresar agradecimiento por la cosecha y la culminación de año.
El futuro ya está aquí espacioso. Que mas allá de nuestro credo y nuestra visión del mundo logremos transitar el 2025 por un proceso creativo a mano con la obra capital de cada vida en un ciclo renovador con impulso y el azar que nunca falta.
Desde el valor de un pesebre capaz de reconocer el poder de una presencia que comunica en un espacio digital y cara a cara -mucho mejor siempre- van mis mejores augurios colmados de experiencias felices.
Como la de ir del brazo de la amiguita genia de la clase media argentina, que convoca a diario en mas de treinta idiomas, buscando mejorar materialmente y con cultura -ese arma potente que ayuda a igualar oportunidades-.
De esa cría del bello barrio de San Telmo que abomina la arbitrariedad, el autoritarismo y la discriminacion, con irónico escepticismo y precocidad intelectual. De la implacable Mafalda claro, que quiere vivir razonablemente en una sociedad razonable. Con ella seguiré aprendiendo a hacer preguntas justas, con curiosidad insaciable, destreza y lucidez. Sobre ella va mi regalo con estilo bien argentino al recibir el nuevo año en una hoja de ruta que intente seguir las impresiones de sus ojos de niña lista, atenta a la visión de los adultos, al estado de su país y a la situación mundial. ¡Salud!