Allí me concibieron un febrero del siglo pasado. Mariano, un burgalés de Hontoria del Pinar y Pilar, una porteña de origen soriano. Los imagino felices en sus paseos de verano argentino, por las playas de la 'Perla del Atlántico'. Será por ello, y por mucho más que la quiero tanto. Porque en cualquier época del año Mardel emerge protagonista de tantos momentos a revivir. Rutinas maravillosas, desayunos tardíos, caminatas al infinito... Fue fiel testigo de ricos bocados de mi vida, y desde la niña que fui me interpela una y otra vez.
Patricio Peralta Ramos había nacido en Buenos Aires, y al finalizar sus días pudo ver lograda su aspiración suprema a la que consagró todos sus esfuerzos: la fundación de Mar del Plata, donde fijó tres nombres para sus plazas principales- América, Colón y España-. En el memorial suscripto solicitándole autorización al entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires Mariano Acosta,expresa que «la población que allí se forme está llamada a ser una de las más felices de la provincia, tanto por su clima como por la feracidad de su suelo. La localidad de este pueblo- agrega-será sobre el Puerto, llevando su nombre , Mar del Plata. En él hay agua potable en abundancia y vertientes naturales». Finalmente el gobernador expide el 10 de Febrero de 1874 el decreto autorizando la fundación del nuevo pueblo.
En 1906 era ya uno de los centros de actividades más destacados del interior del país. No simplemente un punto de recreo sino un gran balneario donde se reunía la sociedad argentina, visitado además por turistas extranjeros en la temporada veraniega, apreciando su situación geográfica, sus campos fértiles y su clima privilegiado- sano y benigno- que ha contribuído al desarrollo de la agricultura. Ya para entonces la planta urbana se levantaba llena de actividades comerciales e industriales que presentaba todos los adelantos de las ciudades modernas. Motivos todos que llevan a declararla Ciudad, cabeza del Partido de General Pueyrredón. Muchos testimonios han venido construyendo su perfil al ejercer una poderosa sugestión sobre sus visitantes por sus excepcionales atractivos.Aquello posee todo lo que la naturaleza puede ofrecer. Clima delicioso, los aires más puros, su paisaje amable de ciudad construída con sabio sentido de ocio para la vida descansada, paseos de amplias curvas, casitas y casonas que evocan por su arquitectura pedazos dispersos del mundo, como si el urbanismo marplatense se hubiera propuesto dar una idea de universalidad feliz y placentera. Hoy ya es una ciudad pujante con aroma marítimo que supo ofrecer transformaciones integrales al pulso del país. «Mar del Plata te hace feliz», reza una de tantas publicidades que invitan a visitarla o a volver a ella.
Escribir o hablar de la 'Ciudad Feliz' es hacerlo de mí misma. Allí me reencuentro con una parte de mí. En la vida de su rambla, en su zona costera, en sus famosos alfajores, desde un abanico de emociones que gravitan en mi biografía, vivificándola y alumbrando verdaderas epifanías, caminando por el bosque o comiendo rabas en el puerto, echando luz a recuerdos de largos veraneos marplatenses. Con fina sensibilidad el poeta argentino Pedro Miguel Obligado expresa sus sentimientos a la ciudad que admira. «Estar en Mar del Plata es para mi como hacer un viaje alrededor de nuestro corazón. Un viaje lírico, en alas de las rimas, por los días y por las noches de una vida... Hay tres momentos de suprema belleza en esta costa de Mar del Plata. Primero: cuando llega la aurora, dorando el horizonte mientras el sol se levanta del océano. El segundo instante de hermosura es cuando cae la tarde y regresan al puerto las barcas pescadoras, se encienden las primeras luces de las residencias de la Loma.Y finalmente el tercer momento de emoción estética es cuando ya la noche brilla...
Con memoria agradecida ya comienzo a soplar las velas de su pastel de cumpleaños, casi como si fuera el mío. El próximo Sábado 10 de Febrero allí estaré celebrando el 150 aniversario de su fundación. Muy feliz, desde luego.