Una pierde ya la capacidad de elegir adjetivos ante determinados comportamientos. Se me agotan. Y no será porque nuestra lengua no es rica. Lo más difícil es encontrar un adjetivo para mujeres que se manifiestan, de forma ilegal, ante la sede de un partido demócrata, rodeadas de una veintena de hombres que portan otras tantas muñecas hinchables. La mayor cosificación femenina. Me cuesta encontrar una palabra que defina a esas mujeres cuando sonríen y corean junto a esos manifestantes, muñeca hinchable en alto, «no es una sede es un puticlub» o «éstas son las ministras del PSOE». ¿Qué tiene en la cabeza una persona, sea hombre o mujer, para que se le ocurra semejante idea? ¿Qué educación ha recibido para que su creatividad sea tan cavernícola? ¿Por qué lleva muñecas en vez de muñecos? ¿A quién se le ocurre esas consignas tan machirulas? ¿Las mujeres que corean y sonríen se sienten identificadas con las muñecas y el talante de los portadores? ¿Los hombres que comparan un partido con un puticlub lo hacen porque conocen muy bien las sedes de los partidos o los puticlubes? ¿Son conscientes de lo que subyace bajo el concepto puticlub? ¿Esos hombres y esas mujeres han oído hablar de la explotación sexual? ¿Saben que la trata es uno de los negocios ilegales más lucrativos del mundo? Sigo buscando en el diccionario de sinónimos un adjetivo que defina a las pocas mujeres y a los hombres que lo mismo te rezan el rosario que exhiben muñecas hinchables al grito de «éstas son las ministras del PSOE", "no es una sede es un puticlub».
Celebramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres contemplando, en mi caso con una mezcla de espanto y asombro, cómo es posible que existan mujeres que ejerzan violencia contra sí mismas. Lo único que me alivia levemente es que son pocas. Celebramos este día insistiendo, como no puede ser de otra forma, en que hay que erradicar de manera fulminante la violencia contra la mujer en el amplio sentido de la palabra. Hay que lograr que no haya más malos tratos psíquicos y físicos, que no sea asesinada ni una más, que se erradique la violencia vicaria como prolongación de la violencia machista. Pero también hay que hacer hincapié en esa violencia contra las mujeres que ha reaparecido, en forma de muñecas hinchables y consignas vomitivas, aunque la creíamos extinguida. Parece que no había desaparecido, simplemente estaba escondida esperando el momento de hacerla visible. Ante este espectáculo entre cavernícola, tosco, zafio y, por supuesto, machista donde los haya; confío en que haya una reacción de repudia en la que se ponga de manifiesto que prevalece el espíritu feminista y progresista de la mayoría de las personas de este país. El rechazo a la violencia machista, sea en el ámbito que sea, sea ejercida por quien sea y de la forma que sea, es imprescindible para acabar con este grave problema.