Unos se apropian de la bandera, de la tauromaquia o del folclore, aprovechando que presuntos progres renuncian a su pasado y raíces mientras imitan, de manera estúpida, las de los países anglosajones y consideran palurdos a los que dicen 'bulo' en lugar de 'fake news' y a los que usan palabras en lugar de dibujitos ridículos para expresar sus opiniones o estados de ánimo.
Me considero progresista en el sentido estricto de la palabra. Los absurdos iletrados lo reducen a ser rojo o de izquierdas aunque no saben a qué se deben estas definiciones. Y la cosa no tiene pinta de mejorar. Reconocida ya la manifiesta condición de analfabetos de la mayoría de quienes se atreven, y lo jodido es que tienen éxito, a dar opiniones sin base alguna en las redes sociales, tenemos pocas posibilidades de progresar. En este escenario tan singular, que ya imaginaron George Orwell o Aldous Huxley, en nuestro país descomponemos, sin darnos cuenta, esa base que forma parte de nuestra cultura con la grave amenaza de perder nuestra identidad, para asumir, poco a poco, o de golpe, qué se yo, la que nos impongan los más tontos en la educación primaria pero más espabilados en el manejo de las redes.
Vox en Soria está aprovechando sus oportunidades de manera eficaz pero lanza órdagos sin fundamento como la petición de que Soria sea declarada 'Ciudad Taurina' para compensar la decisión ministerial de suprimir un premio nacional que se otorga a notables de la tauromaquia. ¿Con qué objeto?, pues con el habitual de todos los que se apuntan voluntarios a sacer provecho de la carroña de cualquier cadáver. Lo mismo podría decir de la bandera nacional. Si alguien hace una encuesta, seria a ser posible, sobre el origen de nuestra actual bandera nacional, me apuesto las cejas a que la mayoría, sobre todo de los menores de 40 años, cree que la diseñó Franco en el palacio del Pardo. Razón suficiente para no exhibirla si no perteneces a Vox o al PP. En resumen, se han apropiado de ese símbolo porque a los demás les acojona que les llamen 'fachas'.
No tardarán algunos presuntos 'progres' en empujar las Fiestas de San Juan y tantas otras en Soria hacia el abismo del olvido a la vez que se entregan con entusiasmo a Jalogüines, black fridays y estupideces ajenas similares. Ya imaginan quien sacará provecho de la sarracina. Los presuntos defensores de la tradición que aspiran a dar más poder a los curas, a los oligarcas y a la rancia nobleza que lleva siglos desangrando a la Península Ibérica. Nuestro alcalde, estoy seguro, ignorará los estúpidos argumentarios de su partido al respecto. No le debe nada. El PSOE a él sí. Pero ese tal Pedro Sánchez no lo sabe.